Jorge en el desván
Aquella
tarde, Jorge estaba aburrido, así que decidió subir al desván. Se acercó a la
puerta, miró por la cerradura: todo estaba oscuro, pero se oía un runrún.
Sonrió pensando que serían ratones que correteaban por los rincones. Descorrió
el cerrojo y se abrió la puerta, que chirrió como un pajarraco. Ante sus ojos
había bultos tapados con sábanas, una lámpara rota, un cuadro horrible de un
señor con bigotes y cuerdas y cables enredados por todas partes. Era demasiado
arriesgado adentrarse allí. Así que cerró de un portazo y se precipitó
escaleras abajo mientras llamaba a gritos a su madre.
Un orangután en la ópera
Parece
una historia muy rara, pero asegura quien me la narró que pasó de verdad.
Ocurrió en el estreno de una lujosa ópera. El teatro estaba abarrotado, y el
público, lejos de aburrirse, disfrutaba del torrente de voz de los cantantes.
Una señora le susurró al oído al joven que tenía a su lado si no le parecía
maravilloso. El corpulento joven se volvió hacia ella luciendo la más enorme de
las sonrisas y aplaudiendo con sus peludas manos. Era un orangután que se había
escapado del circo y que, sentado en su butaca, escuchaba respetuosamente la
música.
El valle de los robles
La
primavera construye su increíble paisaje estos días de mayo. Las últimas
lluvias han dejado un suave manto de hierba y los abejorros hacen sus nidos
debajo del musgo. En las orillas del arroyo crecen los narcisos. Los árboles
exhiben las yemas que los llenarán de hojas. Las yeguas salvajes trotan alegres
con sus potrillos. El espectáculo es una maravilla. Recorrer el valle estos
días ayuda a sentir la alegría de la naturaleza recién salida del invierno.
El explorador tímido
Cuando
era pequeño, cada vez que me tenía que disfrazar no dejaba que mi madre me
vistiera. Salía corriendo como una bala porque era muy vergonzoso. Gracias a
Javier, mi tutor, conseguí vencer la timidez actuando en una obra de teatro. Me
dejó elegir el papel de explorador, que era el disfraz que me parecía más
digno. Mi madre me compró un traje de camuflaje y me dibujó unas hojas en la
cara con un maquillaje verde. El día de la representación estaba muy tranquilo
y, aunque un abejorro no paró de molestarnos, la obra fue un éxito.